Las grasas saludables juegan un papel crucial en la dieta humana, desafiando las percepciones previas que las asociaban únicamente con efectos negativos para la salud. Es esencial comprender que, aunque ciertas grasas pueden ser perjudiciales en exceso, otras son esenciales para el funcionamiento adecuado del cuerpo y el mantenimiento de una buena salud.
TODO SOBRE EL ROL DE LAS GRASAS SALUDABLES
En primer lugar, es vital reconocer que las grasas saludables son una fuente concentrada de energía. A diferencia de los carbohidratos y las proteínas, las grasas proporcionan más del doble de energía por gramo, lo que las convierte en una reserva de energía eficiente para el cuerpo humano. Esta energía es muy importante para el funcionamiento diario, desde actividades básicas como respirar y digerir alimentos hasta actividades físicas más intensas como el ejercicio. Por lo tanto, una ingesta adecuada de grasas saludables es crucial para mantener niveles óptimos de energía y vitalidad.
Además, desempeñan un papel fundamental en la absorción de vitaminas liposolubles. Vitaminas como la A, D, E y K requieren la presencia de grasas para ser absorbidas eficientemente por el cuerpo. Estas vitaminas tienen una variedad de funciones importantes, como mantener la salud de la piel, fortalecer los huesos, proteger contra enfermedades y mantener un sistema inmunológico fuerte. Sin grasas, la absorción de estas vitaminas podría verse comprometida, lo que podría tener consecuencias negativas para la salud a largo plazo.
Otro aspecto crucial de las saludables es su papel en la salud cardiovascular. Aunque tradicionalmente se asoció la ingesta de grasas con enfermedades cardíacas, no todas las grasas son iguales. Las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, presentes en alimentos como palta, nueces, semillas y pescado, demostraron tener efectos beneficiosos en la salud del corazón. Estas grasas pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol LDL (colesterol “malo”) en la sangre y aumentar los niveles de colesterol HDL (colesterol “bueno”), lo que puede disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares como la arteriosclerosis y los ataques cardíacos.
Asimismo, son fundamentales para el mantenimiento de la función cerebral. El cerebro humano está compuesto en gran parte por ácidos grasos, y se comprobó que una ingesta adecuada de ellas está asociada con una mejor función cognitiva, memoria y estado de ánimo. De hecho, las dietas ricas en ácidos grasos omega-3, presentes en alimentos como el salmón, las sardinas y las nueces, se relacionan con un menor riesgo de deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Estos datos, junto a tantos otros más, demuestran que incorporar una buena fuente de ellas, ricas en minerales y vitaminas, puede hacer la gran diferencia en nuestra dieta. No hay tenerle miedo porque el impacto en nuestro organismo puede ser totalmente positivo. Lo importante es medir las porciones y no abusar, ya que eso sí puede terminar siendo algo nocivo.